Si el fundador de La Alianza Cristiana y Misionera, Albert Benjamin (A. B.) Simpson, estuviera vivo hoy, y usted le felicitara por iniciar un movimiento con el propósito de llevar al Jesús completo al mundo entero, es probable que respondería, "Se equivoca usted. No fui yo. ¡Fue Cristo en mí!" La realidad es que Simpson fue un hombre imperfecto que en la vida diaria enfrentaba luchas comunes a todos nosotros. Estaba afligido por temores e inseguridades, luchaba por mantener el equilibrio entre su trabajo y su familia, y con frecuencia permitía que los males de la vida taparan la música bella de ella. En fin, parecía improbable que fundara un movimiento mundial. Pero cuando encomendaba su vida y ministerio a Dios el Padre, y descansaba en la todo-suficiencia de Dios el Hijo, y se conectaba con el poder del Espíritu Santo, Sucedieron Cosas Grandes.
A. B. no sólo nos da un vistazo de la extraordinaria transformación de un hombre en mente, cuerpo, y alma, sino también nos recuerda que el mismo Padre amoroso anhela hacer lo mismo en nosotros—moldearnos en exactamente la persona que nos creó para ser, y prepararnos para la obra exclusiva a que nos ha llamado.
If Christian and Missionary Alliance founder Albert Benjamin (A. B.) Simpson were alive today and you were to commend Him for starting a movement intent on taking all of Jesus to all the world, he would likely respond, "You’ve got the wrong guy. That wasn't me. That was Christ in me!"
The fact is that Simpson was an imperfect man who faced the life struggles common to us all. He was fraught with fears and insecurities, battled to strike the delicate balance between work and family, and often allowed life's maladies to drown out its melodies - in short, a seemingly unlikely founder of a global movement. But when he committed his life and work to the Father, rested in the all-sufficiency of the Son, and tapped into the power of the Holy Spirit, Big Things Happened.
A. B. not only gives us a glimpse into one man's remarkable transformation of mind, body, and soul but also reminds us that the same loving Father longs to do the same in us - to shape us into exactly who He made us to be and prepare us for the unique work He's called each of us to do.
